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No es mezcla. Es evolución.

Crecí en Madrid y desde muy joven empecé a abrirme camino en el flamenco desde una mirada propia. Mi trabajo no consiste en mezclar estilos, sino en ampliar el territorio: llevar el flamenco a otros escenarios, otros lenguajes y otras formas de vivirlo.

He compartido escenario con artistas como Marina Heredia, Pablo López, Israel Fernández, Estrella Morente o El Barrio, entre muchos otros, y he cantado en espacios como el Wizink, el Movistar Arena de Chile o el Palau Sant Jordi. También he formado parte de proyectos con referentes actuales como Dellafuente, Maka, La Plazuela o Juancho Marqués.

Mi voz ha sonado en tablaos históricos como Corral de la Morería o Casa Patas, y en escenarios tan potentes como la gala de los Premios Goya, los Latin Grammys o el homenaje internacional a Paco de Lucía en Nueva York. He participado en producciones como la zarzuela OCCO o Wah, compartiendo escenario con músicos de los Rolling Stones y figuras destacadas del flamenco actual como Belén López.

Además de acompañar a grandes artistas, también he desarrollado mi propio camino como creadora. Empecé publicando música en solitario y explorando fusiones a través de proyectos como Dem Dikk —junto a músicos africanos— o Flamenco Serrat Tribut@, donde llevamos la música del maestro al terreno del jazz y el flamenco.

Mi último EP, Los Metales de la Maya, es un trabajo electrónico con raíz flamenca que anticipó la dirección artística que hoy consolido con Flamenloop.

Estoy realizando un máster de flamenco en Madrid, donde investigo sobre técnicas electrónicas aplicadas al flamenco. Parte de ese trabajo se está publicando en diferentes revistas especializadas.

Actualmente impulso Flamenloop, un proyecto en directo que combina cante, electrónica y looper, con el que consolido un lenguaje propio dentro de la escena flamenca contemporánea. No replico: propongo.

Flamenloop nace desde la raíz, pero habla en presente. Es un espacio que dirijo, compongo y construyo para llevar el flamenco a otros circuitos sin perder su centro. Un proyecto que crece sobre los escenarios y que marca el pulso de mi etapa artística actual.



El flamenco no se conserva: se vive.
Y cada escenario es una forma distinta de hacerlo.